¿Alguna vez te has preguntado por qué, a pesar de contar con grandes recursos naturales, países como China o India no fueron los protagonistas de la Revolución Industrial, mientras que Gran Bretaña, con condiciones aparentemente menos favorables, emergió como líder indiscutido del cambio económico global? Esta pregunta está en el corazón del libro de Robert C. Allen, Historia económica mundial: una breve introducción, una obra que busca desentrañar las complejas razones detrás de la "Gran Divergencia", el fenómeno que ha moldeado el desarrollo económico mundial tal como lo conocemos.
Allen nos ofrece un análisis profundo sobre las causas que explican por qué Europa, especialmente Gran Bretaña, se destacó en la Revolución Industrial, mientras que otras regiones del mundo, con ventajas comparativas evidentes, no lo hicieron. A través de una narrativa clara, el autor nos lleva a explorar las conexiones históricas, económicas y tecnológicas que contribuyeron a este fenómeno.
Este post tiene como objetivo presentar las ideas claves de Allen, explicar su relevancia en el contexto global y, sobre todo, invitar a los lectores a reflexionar sobre cómo los eventos históricos siguen impactando el presente.
A finales del siglo XV, las diferencias económicas entre Europa y otras regiones del mundo, como China o la India, no eran tan notorias. De hecho, algunas naciones asiáticas dominaron sectores clave como la producción textil o la metalurgia. Sin embargo, a partir del descubrimiento de América en 1492, Europa experimentó un cambio radical que la situó en una ventaja global.
El flujo de metales preciosos, como el oro y la plata, proveniente de las colonias americanas, sumado a la explotación de recursos agrícolas, como el azúcar, el café y el algodón, transformó la economía europea. Esta acumulación de riqueza permitió a las potencias coloniales financiar expediciones y asentamientos, al mismo tiempo que fomentó el desarrollo de sistemas financieros complejos, que impulsaron el comercio global. Allen subraya que este intercambio económico, que también involucró la importación de esclavos africanos, no solo benefició a Europa sino que género un modelo de globalización económica primitiva. Este proceso no solo marcó un nuevo camino para Europa, sino que también consolidó un modelo extractivo en América Latina, donde los países colonizadores se quedaron atrapados en la exportación de recursos sin desarrollar una base industrial propia.
En este contexto, la “Gran Divergencia” toma forma, pues mientras Europa avanzaba hacia el capitalismo y la industrialización, otras regiones, especialmente América Latina, se veían relegadas a un papel de proveedores de materias primas, lo que las condenaba a un subdesarrollo estructural.
La Revolución Industrial: la clave del liderazgo europeo.
La Revolución Industrial, que comenzó en Gran Bretaña a finales del siglo XVIII, marcó un antes y un después en la historia económica mundial. Gran Bretaña no sólo fue el epicentro de este cambio, sino que la industrialización se extendió rápidamente a otras partes de Europa y América del Norte. ¿Qué hizo posible que Gran Bretaña fuera el lugar ideal para este fenómeno? Allen lo explica a través de una serie de factores interrelacionados.
En primer lugar, la abundancia de carbón en Inglaterra jugó un papel crucial. Este recurso energético, accesible y económico, permitió la mecanización de la producción a gran escala. Además, los altos salarios en ciudades como Londres hicieron que la mecanización fuera una opción rentable para los empresarios, quienes preferían invertir en máquinas que en manos de obra costosa. A esto se sumó un sistema político y fiscal relativamente estable y promovió la inversión en innovación.
Sin embargo, la explicación de Allen sobre los salarios altos como motor de la Revolución Industrial ha sido objeto de debate. Investigadores como Jane Humphries han cuestionado los cálculos sobre los salarios reales y las necesidades calóricas de los trabajos, lo que podría haber afectado las conclusiones de Allen. Aunque el autor ajustó sus modelos, la discusión continúa. A pesar de estas críticas, el análisis de Allen sigue siendo una de las explicaciones más influyentes para entender el porqué de la Revolución Industrial en Inglaterra y no en otros países con condiciones similares.
Una de las aportaciones más importantes del libro de Allen es su reflexión sobre cómo cerrar la brecha económica entre los países desarrollados y los que aún luchan por alcanzar un nivel de prosperidad comparable. Mientras que naciones como China han logrado avances extraordinarios, el desafío sigue siendo grande para muchas regiones de África, América Latina y otras partes de Asia.
Allen sostiene que para alcanzar un crecimiento económico sostenible, los países en desarrollo de enfocarse en tres áreas clave:
La educación y formación profesional: siguiendo el ejemplo de Japón y Corea del Sur, que invirtieron masivamente en educación, estos países demostraron que el capital humano es fundamental para el crecimiento económico.
Innovación tecnológica y políticas dirigidas por el Estado: la intervención estatal ha sido clave en la industrialización de países como Japón, que adoptaron su economía en las nuevas exigencias globales mediante políticas públicas efectivas.
Infraestructuras sólidas: la construcción de redes de transporte, telecomunicaciones y otras infraestructuras básicas facilitan la integración de los países en la economía global.
No obstante, Allen advierte que no existe una solución única para todos los países. Las condiciones políticas, culturales y económicas de cada nación influyen de manera determinante en la implementación de estrategias exitosas. Así, aunque los modelos de desarrollo de Asia ofrecen lecciones valiosas, los países en desarrollo deben encontrar su propio camino, adoptando políticas, según sus contextos específicos.
Este libro, ofrece una perspectiva profunda y reveladora sobre las causas de la “Gran Divergencia” económica. Allen no solo se enfoca en los eventos históricos, sino que también proporciona un marco teórico y práctico para entender cómo estos factores siguen influyendo en las economías actuales. Desde el impacto del comercio transatlántico hasta la Revolución Industrial, la obra destaca las decisiones económicas y políticas que han dado forma al mundo moderno.
Sin embargo, la obra de Allen también nos invita a reflexionar sobre cómo podemos cerrar las brechas económicas que aún persisten en el mundo de hoy. Aunque el cambio hacia el desarrollo económico no es sencillo ni universal, las ideas de Allen ofrecen una sólida base para repensar las estrategias de crecimiento en un mundo conectado y globalizado.
Si te interesa entender cómo llegamos al sistema económico global que conocemos hoy y cómo las lesiones del pasado pueden aplicarse al futuro, te recomiendo sumergirte en el análisis profundo y accesible de Historia económica mundial: una breve introducción de Robert C. Allen. Su enfoque basado en datos históricos, econométricos y geográficos te dará una perspectiva única sobre los procesos históricos que siguen determinando las dinámicas económicas globales.